Sebastien Waknine absorbe elementos heterogéneos que proceden tanto de culturas ancestrales como de los pioneros del graffiti, combinando pictografías con referencias totémicas, préstamos de la imaginería esotérica y guiños al expresionismo abstracto o al art brut.
Cribando lo que le interesa de todo ese acervo iconográfico, Waknine compone universos plásticos donde a menudo conviven el tono apocalíptico y el redentor, pues sobre una misma superficie pictórica vemos competir escenas de nacimiento y muerte, de violencia y salvación.
Adivinamos cierta fascinación por las culturas milenarias, por los indios americanos y la sacralidad de sus máscaras, que el artista reinterpreta mediante retratos de figuras icónicas zoomorfas o humanas, creando así su propio panteón de dioses, héroes y demonios. La saturación cromática y la deformación de los rasgos impregnan esos rostros de crudeza hierática.
Conforman una galería de seres teratológicos que despiertan horror y ternura a la vez, habitantes de una época arcaica, de un futuro posthumano o de un mundo paralelo al nuestro.
Anna Adell